Feromonas: atracción fatal
Las feromonas son substancias químicas producidas y segregadas al exterior por un individuo, y percibidas olfativamente por otros individuos de su misma especie, en los cuales producen un cambio en su pauta de comportamiento o en su proceso de desarrollo. Las feromonas se clasifican según la función que realizan o el comportamiento que desencadenan: sexuales, de alarma, de agregación, de marcado..., siendo las feromonas sexuales las más utilizadas en el control de plagas.
Entre los diferentes comportamientos que muestran los insectos los más importantes son el de apareamiento, el de puesta, el de alimentación y el de dispersión. Los estímulos que desencadenan y regulan estos comportamientos son de diferente naturaleza pero, sin duda, los más importantes son los químicos.
Las sustancias de comunicación (llamadas en ocasiones compuestos semioquímicos) entre individuos de diferentes especies se denominan alelomonas y las sustancias de comunicación entre individuos de la misma especie, feromonas. Las alelomonas se clasifican en alomonas (cuando el comportamiento que se desencadena es favorable al emisor), cairomonas (favorable para el receptor) y synomonas (favorable para ambos).
Las glándulas que producen las feromonas son variadas, y no están localizadas en una parte concreta del cuerpo de los insectos. Cada feromona se produce en una glándula concreta, con su propia localización, dependiendo de cada especie de insecto que las produzca.
Como ya ha quedado claro, las feromonas son mensajeros químicos que provocan una respuesta en otros individuos de su misma especie que les obliga a adoptar un tipo de comportamiento determinado.
Las feromonas se pueden clasificar en: sexuales, de agregación, trazadoras, de alarma, disuasorias, etc., de acuerdo con el tipo y reacción que provocan.
¿Cuáles son las más interesantes?
Como indicábamos anteriormente, las feromonas sexuales son las que han sido más interesantes hasta ahora en el manejo integrado de plagas y las que más se han desarrollado. Son sustancias emitidas por las hembras de los insectos y que liberan en el aire con la función de atraer a los machos de su misma especie, incluso desde grandes distancias, para proceder al apareamiento.
Aunque la existencia de las feromonas se conoce desde hace siglos, las primeras de ellas se identificaron a finales de los 50 (sobre el año 1959). El verdadero desarrollo de este negocio fue durante la década de los 60 y 70, cuando se empezó con la fabricación industrial de semioquímicos muy similares a las feromonas naturales que producen los insectos, y que hacían la misma función y resultaban mucho más económicos.
Durante muchos años, las feromonas se han estado utilizando principalmente para la identificación de plagas y para el seguimiento de las curvas de vuelo de éstas, y así tener una idea aproximada del momento oportuno de tratamiento químico para conseguir una óptima eficacia.
Posteriormente, se fueron desarrollando otros métodos para intentar controlar la plaga y evitar, o disminuir, la aplicación de productos químicos. Es cuando se desarrolló la captura masiva y la confusión sexual.
¿Y en qué consisten la captura masiva y la confusión sexual?
La captura masiva consiste en la colocación de un número elevado de trampas con feromona en la zona en cuestión, para intentar capturar el máximo número de insectos (ya sean machos o hembras) y bajar el nivel poblacional.
La confusión sexual consiste en evitar el apareamiento del insecto-plaga en cuestión, mediante la colocación de un número suficiente de feromonas para que se forme una nube feromonal en el espacio donde desarrollan su actividad biológica machos y hembras, y de esta forma son incapaces de encontrarse.