LA LEISHMANIASIS SE ASIENTA Y EXTIENDE EN ESPAÑA
La leishmaniasis afecta cada vez a más personas en España. “Las enfermedades tropicales están avanzando de forma silenciosa, pero con rapidez y paso firme, y cada vez son más frecuentes en España”, según alerta la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA). Esta enfermedad, transmitida al ser humano por varios vectores, es endémica en España, salvo en la cornisa cantábrica.
La leishmaniasis forma parte del grupo de Enfermedades Tropicales Desatendidas reconocidas por la Organización Mundial de la Salud, que afectan a poblaciones con pocos recursos y a desplazados. Sin embargo, en los últimos años está haciendo mella en nuestro país.
Más de un centenar de personas son diagnosticadas de leishmaniasis en España cada año. Y creciendo. Una enfermedad causada por un protozoo parásito del género Leishmania y transmitida por la picadura de flebótomos infectados que en nuestro país se asocia generalmente a los perros, pero que cada vez afecta más a las personas.
“Es fundamentalmente la picadura de un insecto díptero que, cuando está infectado de Leishmania, tiene la capacidad de transmitir esta enfermedad a los humanos. Es cierto que normalmente son los perros sus principales víctimas, pero también son éstos el reservorio perfecto -junto con conejos, liebres e incluso ratas, aunque el abordaje de medidas preventivas es muy distinto en unos y otros- para su posterior transmisión a los humanos”, explica la directora general de la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental, Milagros Fernández de Lezeta.
La leishmaniasis mata a unas 30.000 personas al año en todo el mundo y es endémica en 98 países, fundamentalmente en Iberoamérica, el Sudeste asiático, el Este de África y la cuenca mediterránea. Carece de vacuna y es tratada con fármacos de hace décadas. La enfermedad, que forma parte del grupo de Enfermedades Tropicales Desatendidas reconocidas por la Organización Mundial de la Salud, afecta a las poblaciones más pobres del planeta y está asociada a la malnutrición, los desplazamientos de población, las malas condiciones de vivienda, la debilidad del sistema inmunitario y la falta de recursos.
Sin embargo, las cifras alertan de su creciente incidencia en países europeos de la cuenca mediterránea como España. Uno de los peores brotes de leishmaniasis en humanos sufridos en nuestro país fue el localizado en la localidad madrileña de Fuenlabrada entre los años 2010 y 2012. Desde ese momento han sido muchas las medidas tomadas para controlar esta plaga: desde un exhaustivo control de la población de conejos y liebres en la zona hasta el cierre de vivares y otras múltiples actuaciones ambientales.
El caso de la Comunidad de Madrid ha servido de referencia para el resto de sistemas sanitarios de otras comunidades autónomas como la balear, por ejemplo, donde el número de casos de leishmaniasis es también muy elevado, pero que ha logrado contener repuntes gracias al estado de alerta mantenido por parte de las administraciones sanitarias.
La enfermedad se presenta en tres formas: cutánea (la más común), mucocutánea y visceral. Esta última, la más peligrosa, ya que, de no ser tratada, puede ser mortal en más del 95% de los casos. El 40% de los casos diagnosticados en Madrid ha sido visceral.
Uno de los principales factores de riesgo es la malnutrición y un sistema inmunodeprimido. Ninguno de los casos diagnosticados en España presentaba este cuadro. “El problema”, indica la directora general de ANECPLA, es que el parásito de la Leishmania se ha vuelto mucho más virulento cuando interactúa con conejos y liebres, como ha sido el caso de Madrid”. Desde la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental inciden en la vital importancia de la prevención: “resulta fundamental el control de los reservorios (perros, liebres, conejos, ratas, etc.), por un lado y, por otro, evitar en la medida de lo posible la picadura del flebótomo evitando zonas boscosas infestadas, usando ropa que cubra las zonas expuestas de la piel, utilizando mosquiteros de mala fina por las noches, etc.”, enumera Fernández de Lezeta.
Otros de los factores de riesgo clave son la movilidad de la población y el cambio climático, dos aspectos que vienen intensificándose de forma activa en los últimos años y que sin duda constituyen un aspecto a tener muy en cuenta a la hora de analizar esta creciente incidencia de enfermedades tropicales en nuestro país. Y es que la leishmaniasis, tal y como recuerda la OMS, “resulta especialmente sensible en concreto a las condiciones climáticas y los cambios en las precipitaciones, la temperatura y la humedad influyen en gran medida en la enfermedad, al igual que lo hace el calentamiento de la Tierra y la degradación del suelo, que afectan en muchos aspectos a su epidemiología”.