¿CÓMO HACEN LAS HORMIGAS PARA CUIDARSE, CURARSE Y NO ENVEJECER?
Cuidan de sus enfermas, auxilian a sus heridas de guerra y practican la automedicación.
Laboriosas, colectivistas: al proyectar el imaginario humano sobre las hormigas no se las ve especialmente ser compasivas y menos aún proporcionar asistencia médica.
Que hayan inventado la agricultura millones de años antes que los humanos ¿por qué no? Después de todo esto demuestra su eficiencia. Pero ¿y los cuidados a las enfermas y a las heridas? Y sin embargo...
Las hormigas no necesitan residencias para mayores medicalizadas: gozan de una salud estupenda hasta el final. En efecto, un equipo de científicos liderado por Ysabel Milton Giraldo, del departamento de biología de la universidad de Boston, estudió el comportamiento de hormigas de la especie Pheidole dentata a lo largo del tiempo. Estas hormigas no reducen su actividad ni tienen degeneración física debida a la edad. Al contrario, algunas de ellas mejoran a medida que va pasando el tiempo.
Mientras la mortalidad va creciendo con la edad en los hombres y en la mayoría de los demás animales, incluidos los insectos, este no es el caso en Pheidole dentata. Un humano de más de 30 años verá sus probabilidades de morir duplicar cada 9 años, mientras que estas hormigas tienen las mismas probabilidades de morir a cualquier edad. Viven su corta vida de hormiga hasta la edad canónica de 140 días y mueren, simplemente, sin haber sufrido las afrentas de la vejez.
Según Joel Parker, profesor de biología en la universidad de Estado de Nueva York, esta capacidad para no envejecer tendría que ver con el hecho de que la hormiga es un insecto social. Estos insectos habrían evolucionado en el sentido de una vida más larga con objeto de poder proteger y alimentar a sus reinas, que son vitales para la colonia.
Hay bastante pocas epidemias en las hormigas, a pesar de la promiscuidad de los hormigueros. “No conocemos prácticamente ninguna enfermedad capaz de diezmar nidos enteros o poblaciones enteras de hormigas”, confirma Dane Line Vej Ugelvig, del instituto de ciencias y tecnologías de Austria. “Es asombroso, si se considera que las hormigas viven tan cerca las unas de las otras, comparten la misma composición genética y están tan frecuentemente en contacto entre sí”.
¿Cómo logran evitar las enfermedades? Primero por la higiene. Se asean, quitando así los agentes infecciosos. Obviamente esto representa un riesgo de contagio pero también ellas adoptan determinados comportamientos para limitarlo.
“Las hormigas se asean a sí mismas y asean a las demás”, explica Dane Line Vej Ugelvig. “Podemos observar que cuando un individuo cae enfermo, los demás se van a esforzar aún más para mantenerlo limpio. Las hormigas enfermas reducen también el contacto con las demás”.
Durante un estudio llevado a cabo por el equipo de Fabian Theis, del centro de investigación para el medioambiente y la salud de Múnich, los científicos pudieron observar de cerca estas técnicas. Las hormigas enfermas pasan más tiempo aseándose ellas mismas evitando asear a sus hermanas de nido. Y si por casualidad esto no funciona, las hormigas no dudan en echar fuera a la enferma... con objeto de proteger a la colonia.
Según otro estudio, publicado en “PLOS Biology” el hecho de que las hormigas “lamen” los hongos que infectan a sus congéneres forma también parte de su sistema de defensa contra las enfermedades. Si esto permite al individuo infectado tener mayores probabilidades de sobrevivir, esto procura también una mayor inmunidad a los que proceden a la limpieza. La que resulta beneficiada es la colonia.
Mientras estudiaban la manera en que las hormigas de la especie Lasius neglectus se ocupaban de la descontaminación de sus congéneres infectadas por patógenos (como determinados hongos nocivos para ellas), unos científicos austriacos observaron un comportamiento interesante. Mientras la exposición moderada de los cuidadores sanitarios a los agentes contaminantes puede serles beneficiosa aumentado así su inmunidad, también puede llevar a un riesgo de infección si es demasiado importante. Para contrarrestar esto, las hormigas cuidadoras van a ajustar su comportamiento a su propio nivel de infección.
Estas hormigas utilizan 2 métodos de “cuidados”: o bien pulverizan a sus compañeras contaminadas con venenos antimicrobianos, o bien realizan directamente el “aseo” utilizando su aparato bucal para quitar las partes infectadas del caparazón de sus congéneres.
Según el estudio austriaco, las cuidadoras adoptarían la primera estrategia, la más distante, si se trata de un segundo patógeno, diferente del que infectó a la mayoría de las demás enfermas. Esto les permite evitar los riesgos de una sobreinfección y las protege a ellas y al nido. Por lo tanto ajustan el nivel de cuidados en función de los riesgos sanitarios.
Otro medio de lucha contra las enfermedades, son los medicamentos. Obviamente, las hormigas no disponen de plantas bioquímicas para fabricarlos, pero la naturaleza las ayuda. Así, el equipo de Nick Bos, del Centro de excelencia en interacciones biológicas de la universidad de Helsinki (Finlandia), observó que hormigas enfermas ingerían substancias que normalmente hubieran tenido que serles nocivas.
Infectadas por una enfermedad debida a los hongos, hormigas de la especie Formica Fusca optaron por ingerir alimentos que contenían peróxido de hidrógeno (agua oxigenada). Lo pueden encontrar en los pulgones o en los cuerpos de otras hormigas en putrefacción.
Parece ser que esta automedicación les es beneficiosa porque si a las hormigas sanas les hubiera sentado fatal absorber semejante producto, a las hormigas enfermas les da una mejor probabilidad de sobrevivir.
“Todavía no se sabe cómo las hormigas saben que están infectadas, pero está muy claro que una vez infectadas cambian su comportamiento”, confirma Nick Bos.
Incluso ciertas especies de hormigas producen sus propios antibióticos, lo que algún día podría ser útil al Hombre. Un estudio publicado en febrero 2018 en la revista “Royal Society Open Science” considera que un 60% de las especies de hormigas utiliza agentes antimicrobianos que se aplican en el cuerpo.
Algunas van hasta cultivar bacterias sobre su propio cuerpo para protegerse de las infecciones transmitidas por parásitos presentes en los hongos que cultivan. Otras van a secretar estos “medicamentos”, y otras van a recoger los ingredientes, en particular a partir de resina de árboles, como lo explica Adrian Smith, coautor del estudio.
Una de las especies de hormigas secreta un antibiótico sumamente potente. Para Clint Penick, autor principal del estudio: “Estos descubrimientos sugieren que las hormigas podrían en un futuro ser una fuente de nuevos antibióticos para ayudar a luchar contra las enfermedades humanas”.
Lo más curioso, es que un 40% de las especies no utiliza estos antimicrobianos. ¿Cómo proceden para prevenir las enfermedades? Los investigadores confían encontrar la respuesta y quizás descubrir nuevos métodos de protección contra las enfermedades. “Apuesto que estos ‘resultados negativos’ en nuestro estudio son vías hacia visiones de conjunto aún más excitantes en la ecología de las enfermedades” asegura Adrian Smith.
Al igual que en los humanos (desgraciadamente), la guerra forma parte del modo de vida de las hormigas. Luchan contra otras colonias, o contra sus archienemigos, las termitas. Durante esos conflictos hay víctimas, obviamente. Pero en las hormigas Matabele, que viven en el sur del Sahara, nadie abandona a sus compañeras en el campo de batalla. Se las auxilia.
La hormiga herida va a emitir sustancias químicas que son una “llamada de socorro”. Entonces se la trasladará al nido para que se recupere. A veces habrá perdido un miembro o dos, pero no peligra su vida. Ahora bien, si la hormiga está herida de gravedad, se quedará en el sitio para morir: ella misma decidirá no pedir ayuda o no cooperará con las socorristas que intenten trasladarla.
“Era un descubrimiento inesperado, en particular en insectos sociales donde los individuos suelen tener poco valor”, explica Erik Frank, de la universidad de Wurtzbourg, coautor de dos estudios a este respecto, uno publicado en Sciences Advances y el otro en Proceedings of the Royal Society B.
Este comportamiento de “socorristas” es provechoso a la postre para la colonia: sin la ayuda de sus compañeras, el 80% de las hormigas sucumbe a sus heridas. Si se las auxilia y se las cuida, sólo el 10% muere. Socorristas, médicos, practicando la automedicación e inmunes a los perjuicios de la edad: quizás no sea tan malo ser una hormiga ¿no?