CIGARRAS. LA BANDA SONORA DEL VERANO
Las tardes veraniegas cuentan con una maravillosa melodía, un sonido incesante que a menudo puede resultar odioso, fastidioso e irritable para algunas personas, pero para otras resulta encantador, incluso fascinante. Desde lo alto de los árboles, llegan a nuestros oídos, el estridente sonido producido por uno de los insectos menos conocidos por el hombre urbanita.
Pertenece a la familia de los hemípteros y su ciclo de vida es de lo más curioso, quizás uno de los más largos en el mundo de los insectos. La cigarra es la protagonista de las largas tardes de calor en los meses de verano.
Conocida vulgarmente como cigarra o chicharra y, según la región o pueblo, con algún sobrenombre más. Todos hemos escuchado su canción, pero muy pocos conocen su aspecto físico, ciclo biológico, alimentación y reproducción.
Actualmente se conoce de la existencia de más de 3000 especies de cigarras que habitan en casi todo el planeta, a excepción de la Antártida.
Se caracterizan por un cuerpo ancho, ojos grandes y alas transparentes. Sus colores, variados: marrón oscuro, verde, negro y gris. Miden entre 15 y 65 mm de largo. Posee dos pares de alas uniformes y compuestas por membranas que se colorean con distintas tonalidades. Son prefectas camuflándose con su entorno, manteniéndose totalmente inmóviles, dejando de emitir su canción si sienten la presencia de un depredador o se sienten amenazadas.
Las ninfas, viven enterradas en las raíces de los árboles de cuya sabia se alimentan. Son insectos relativamente longevos, pero en general, las hembras mueren poco después de la puesta de huevos. Las ninfas caen al suelo tras la eclosión, penetrando en la tierra donde viven enterradas periodos de tiempo increíblemente largos (algunas especies americanas, hasta 17 años).
Una vez terminado su estado de ninfa, excavan un túnel hasta la superficie de la tierra, trepan por los troncos de los árboles mientras mudan. En estado adulto, están dotadas de alas y son individuos sexualmente desarrollados.
Este fenómeno se produce entre los meses más calurosos del año, aunque depende de la especie. Es en ese momento, al comienzo de la época de apareamiento, cuando nuestros campos se llenan de cantos ensordecedores.
Y no “cantan”, sino que estridulan. El sonido ensordecedor que escuchamos, es producido por los machos para atraer a las hembras frotando un órgano estridulador denominado tímbalo. Este órgano, está compuesto por una serie de membranas de quitina y de dos cavidades con aire que funcionan como una caja de resonancia.
Los machos emiten estos sonidos y las hembras, pueden escuchar las estridulaciones de su pretendiente a varios kilómetros de distancia. Sus órganos auditivos están situados en la zona torácica.
Imaginemos un largo y soporífero verano, en silencio. Un silencio ensordecedor, tan sólo roto por el bullicio del ser humano, sus máquinas y sus fábricas. Debemos por tanto admirar esta bella melodía que nos canturrea la cigarra, que sin duda se ha convertido en la “canción del verano”.
Fuente: Mundo Artrópodo Autor: Pablo J. Martín Rivillo