Dalí tenía fascinación por los insectos y los utilizaba como una metáfora para explorar el inconsciente humano y encontrar lo impensable. Sus obras muestran la habilidad de Dalí para capturar la belleza de la naturaleza y sus temas surrealistas
Salvador Dalí nació en Figueres en 1904 y es conocido por su estilo único, caracterizado por la mezcla de temas surrealistas y elementos de la realidad cotidiana, lo que le convirtió en uno de los pintores más reconocidos y respetados del siglo XX.
Aunque Dalí partió hace casi tres décadas, continúa siendo un personaje curioso, enigmático, y hasta carismático. Los insectos estuvieron conectados a vivencias, reales o inventadas, que tuvo siendo niño, o adolescente, o durante su maduración como artista, y quizás, hasta en su muerte.
Dalí tenía fascinación por los insectos y los utilizaba como una metáfora para explorar el inconsciente humano y encontrar lo impensable. Sus obras muestran la habilidad de Dalí para capturar la belleza de la naturaleza y sus temas surrealistas. La imagen de saltamontes o langostas en los cuadros de Dalí suelen estar asociadas a animadversión, terror, miedo, aunque también respeto a personajes por los cuales sentía un gran desasosiego. Su padre, en primera instancia, pero también el poeta Paul Éluard, a quien respetaba y admiraba, pero cuya presencia le perturbaba y despertaba «una aterradora rivalidad».
Parece ser que el pánico y la obsesión por las hormigas derivan de algunas de sus experiencias infantiles y ya aparecen en dibujos y óleos realizados en colaboración con Federico García Lorca en su primera etapa compositiva. Y es que para Dalí, era sumamente asombroso (pero también repulsivo) ver cómo las hormigas, son capaces de devorar en instantes. Siendo de los precursores y máximos representantes del surrealismo, Dalí sentía horror y fascinación por estos insectos que simbolizan la muerte y putrefacción que tanto temía.
Uno de los cuadros más famosos de Salvador Dalí es "Aparición de las hormigas en la comida", que fue creado en 1936. Esta pintura muestra una mesa llena de comida con hormigas saliendo de ella, y ha sido interpretada como una metáfora acerca de la manera en que el inconsciente puede impregnar nuestras vidas cotidianas. El cuadro fue una respuesta a una de las preguntas de los surrealistas: "¿Cómo podemos encontrar lo impensable?
Otros cuadros de Dalí donde aparecen hormigas son "La persistencia de la memoria" (1931), esa gran obra de relojes derretidos donde, el único reloj que permanece intacto está lleno de hormigas. Más de 79 obras de Dalí contienen hormigas: "EL Alquimista" (1962), "Canibalismo Otoñal" (1936), " Retrato de Paul Eluard " (1929), "Autorretrato blando con tocino frito" (1941) y “Transformación Cranach (Mujer al espejo)” (1974), entre otras. Estas obras muestran la habilidad de Dalí para capturar la belleza de la naturaleza y sus temas surrealistas. La simbología que rodea la obra del pintor no es sencilla. En el óleo “El gran masturbador” (1929), Dalí recurre a las hormigas para mostrarnos sus deseos y, al mismo tiempo, los horrores que le atormentan: la hormiga es la representación de la putrefacción que tanto teme.
Salvador Dalí usaba hormigas como una metáfora para explorar el inconsciente humano y encontrar lo impensable. Las hormigas eran un símbolo de la manera en que los pensamientos y emociones inconscientes pueden influir en nuestras vidas diarias. Para Dalí, usar hormigas en sus obras era una forma de expresar el poder del inconsciente y cómo afecta nuestras decisiones, pensamientos y acciones.
Para algunos Dalí era un excéntrico, para otros, simplemente un chiflado; de lo que no cabe duda es que Salvador Dalí fue un genio de la pintura.