EL PICUDO NEGRO DEL AGAVE
Son muchas las especies invasoras asentadas en la península Ibérica, como la termita de la madera seca y la avispa asiática. Hoy hablamos sobre otra especie invasora detectada y expandida en su mayoría por la zona mediterránea.
Se trata del picudo negro (Scyphophorus acupunctatus), un curculiónido de gran tamaño (se acerca a los 3 cm), voraz, que ataca agaves, aloes, yucas y dragos. Proviene de México y fue detectado por vez primera en Barcelona en 2007. La teoría de la importación a través de material vegetal para ornamentación o cultivo, probablemente en las mercancías que llegaban al puerto de esta ciudad, uno de los que más volumen mueve en España y la región euro mediterránea, con conexiones muy importantes con Iberoamérica y el Lejano Oriente, parece ser la causa de su introducción en España.
Poco conocido incluso entre los expertos, esta especie que se diferencia del picudo rojo por su menor tamaño y su color negro, ataca fundamentalmente a los agaves o piteras (Agave americana), aunque también pueden peligrar las yucas (Yucca elephantipes) y los dragos (Dracaena drago). Las plantas afectadas por la plaga provocan la caída prematura del tallo floral y las hojas se desprenden con facilidad desde la base al tirar de ella.
Por norma general, los adultos de S. acupunctatus tienden a permanecer en el área donde se originaron y su dispersión suele ser baja. La colonización de nuevas áreas lejanas suele estar propiciada por el ser humano mediante el movimiento de sus plantas hospedantes (Setliff & Anderson, 2011; Solís, 2001). Todo hace pensar, debido a la distancia entre los distintos núcleos, que este es el caso de su dispersión en las poblaciones españolas.
Las larvas del picudo del agave son una excelente fuente alimentaria; los estudios llevados a cabo por Conconi et al (1984) indican un contenido de proteína del 81 %, altas concentraciones de triptófano y un sabor agradable. Se venden habitualmente en los mercados para consumo humano, asadas o tostadas.
Aunque la costumbre es relativamente reciente, hoy las larvas se emplean frecuentemente por varias marcas de mezcal para dar sabor a la bebida. Una larva entera se deposita en la botella, normalmente tras haber sido previamente curada en alcohol puro. Se ignora exactamente donde y cuando se originó la práctica; de acuerdo a Valle Septién, fue Jacobo Lozano Páez, un embotellador de Matatlán, quien puso por primera vez a la venta el mezcal con gusano.