Plagas bíblicas, divinas o terrenales.
Las diez plagas que según el Antiguo Testamento Dios envió a los egipcios para que el faraón dejara partir a los hebreos pueden ser mucho más que una terrible historia bíblica. Un grupo de investigadores ha encontrado evidencias científicas de la serie de calamidades que comenzó con el Nilo teñido de sangre, catástrofe a la que siguieron plagas de ranas, mosquitos y langostas, pestilencia, enfermedad y granizo de fuego, entre otros terribles males.
La mayoría de los arqueólogos cree que las plagas azotaron la antigua ciudad de Pi-Ramsés en el Delta del Nilo, que fue capital de Egipto durante el reinado del faraón Ramsés II (1279 a.C.-1.213 a.C.). La ciudad fue abandonada hace unos 3.000 años y los científicos creen que las plagas pueden ser la explicación. Climatólogos que estudian esa época han descubierto un cambio drástico en el clima de la zona hacia el final del reinado de Ramsés II. Tras analizar las estalagmitas de algunas cuevas egipcias, han sido capaces de reconstruir un registro de los patrones del clima utilizando trazas de elementos radiactivos contenidos en la roca. De esta forma, saben que el reinado del faraón coincidió con un clima «cálido y húmedo, muy favorable, pero sólo duró unas pocas décadas», explica al diario Daily Telegraph, Augusto Magini, paleoclimatólogo de la Universidad de Heidelberg. Después, el clima cambió, comenzó un período seco y se iniciaron las plagas.
Primera plaga: el agua se convierte en sangre
Según los científicos, la cadena de castigos bíblicos comenzó de la siguiente forma: El aumento de las temperaturas secó el Nilo, convirtiendo el río en un curso lento de aguas fangosas. Estas condiciones fueron perfectas para la llegada de la primera plaga: el agua convertida en sangre. Obviamente, no se trata de sangre, sino de un aspecto rojizo de las aguas provocado por un alga tóxica de agua dulce. La Oscillatoria rubecens, conocida como alga Sangre Borgoña, tiene una antigüedad de al menos 3.000 años y sigue provocando los mismos efectos en la actualidad. Cuando muere, tiñe el agua de rojo.
Segunda, tercera y cuarta plagas: ranas, mosquitos e insectos
La invasión de las algas abrió la puerta a la llegada de la segunda, tercera y cuarta plaga. Hordas de ranas, mosquitos y otros insectos capaces de dañar a personas y ganado. Posiblemente, la llegada de las algas tóxicas obligó a las ranas a dejar el agua donde vivían. Al morir los anfibios, mosquitos, moscas y demás insectos se vieron libres de uno de sus depredadores, y se multiplicaron sin control.
Quinta y sexta plagas: pestilencia, úlceras y sarpullidos incurables
La multiplicación de los insectos causó a su vez la quinta y sexta plagas, que la Biblia describe como pestilencia, enfermedades epidémicas que exterminaron el ganado, y úlceras y sarpullidos incurables, enfermedades que afectaron seriamente a la población y que pudieron ser transmitidas por mosquitos.
Séptima plaga: granizo de fuego y hielo
Por si fuera poco, otro desastre natural ocurrido a más de 400 kilómetros de distancia pudo ser el origen de la séptima, octava y novena plaga, que traen el granizo de fuego, las langostas y la oscuridad a Egipto. Una de las erupciones volcánicas más grandes de la historia se produjo cuando Thera, un volcán que era parte de la isla mediterránea de Santorini, explotó hace unos 3.500 años, lanzando miles de millones de toneladas de cenizas volcánicas en la atmósfera. Expertos del Instituto de Física Atmosférica en Alemania considera que la ceniza volcánica podría haber chocado con tormentas sobre Egipto y producir un espectacular granizo.
Octava, novena y décima plagas: langostas, oscuridad y muerte de los primogénitos
¿Y las langostas? Según ha explicado también al Telegraph el biólogo canadiense Siro Trevisanato, autor de un libro sobre las plagas, la caída de la ceniza pudo provocar anomalías climáticas, que se traducen en mayores precipitaciones y aumento de la humedad, condiciones idóneas para las langostas. De igual forma, la ceniza también pudo haber bloqueado la luz solar (la plaga de la oscuridad). La plaga final, el castigo más duro, es la muerte de los primogénitos de Egipto, por la que el primer hijo de cada pareja moría sin remedio. La causa pudo ser un hongo que envenenó los suministros de grano. Como los primeros hijos varones tenían privilegios, quizás comían primero convirtiéndose en las primeras víctimas.
Fuente abc.es