Las abejas pueden reproducirse sin machos. Al menos es lo que hace una especie concreta que vive en Sudáfrica: las abejas de El Cabo o abejas sudafricanas (Apis mellifera capensis). El fenómeno se conoce desde 1912 pero ahora la Universidad de Uppsala, en Suecia, ha secuenciado el genoma completo de una muestra de estas abejas y lo ha comparado con otras poblaciones que se reproducen de forma normal. El objetivo es comprender qué mecanismos genéticos explican este comportamiento.
Matthew Webster, investigador del departamento de Bioquímica Médica de la Universidad de Uppsala explica "No conozco otro tipo de abejas que puedan reproducirse de este modo, pero hay unas pocas especies de hormigas y avispas que sí lo hacen". Lo habitual es que la reina genere nueva descendencia a partir de los huevos fecundados con el esperma de los machos. Sin embargo, las abejas de El Cabo han evolucionado para no depender de ellos: las hembras obreras pueden fecundar sus huevos con su propio ADN por un proceso desconocido. El resultado son nuevas obreras capaces de invadir las colmenas de otras abejas para seguir reproduciéndose de este modo, en un claro ejemplo de parasitismo.
"Las obreras de El Cabo ponen huevos diploides, con dos juegos completos de cromosomas, como las células de los adultos, gracias a un tipo de división celular anormal llamada thelytoky (tipo de partenogénesis en la cual la progenie es femenina)", afirma Webster. Pero las diferencias con el resto de abejas van más allá. "Tienen unos ovarios más desarrollados y producen señales químicas que evitan que sean detectadas cuando depositan sus huevos en colonias de otras abejas", añade este investigador. Gracias al trabajo realizado en Uppsala se han encontrado variaciones genéticas entre esta población de abejas de Sudáfrica y las que sólo se reproducen sexualmente. En dicha variación genética podría estar la clave.
Que los machos puedan resultar prescindibles no implica que las abejas de El Cabo no puedan reproducirse de forma sexual; de hecho, para ellas es la forma habitual de hacerlo. "Sin embargo, cuando se encuentran con una colonia de una subespecie diferente, actúan como parásitos de esa colonia y las obreras se reproducen asexualmente", matiza Webster. En cambio, cuando se le pregunta sobre las posibles ventajas de este comportamiento no se muestra tan seguro: "Sabemos que este tipo de abejas sólo se encuentran en una ecoregión particular -Fynbos-, al sur de Sudáfrica, así que quizá se trata de un mecanismo de adaptación para vivir allí", asegura. En cualquier caso, la investigación puesta en marcha puede arrojar más luz sobre la ventaja evolutiva del sexo.
Fuentes:
PLOS JOURNALS: journals.plos.org/plosgenetics/article?id=10.1371/journal.pgen.1006097
EL MUNDO