¿CUÁNDO HA VUELTO LA RATA NEGRA A NUESTRAS CIUDADES?
En los dos últimos años han corrido ríos de tinta en los medios de comunicación (con dosis considerables de sensacionalismo y alarmismo poco fundado) sobre el aumento de las poblaciones de rata negra en España. Hemos podido asistir a titulares tan llamativos como los siguientes:
- «Los peligros de la rata negra, el nuevo invasor de España».
- «La rata negra invade España: “No dejen comida o residuos en la vía pública”, alertan los sanitarios».
- «Ratas gigantes en la estación de Cercanías de Méndez Álvaro».
- «Hallan numerosas ratas negras trepadoras en Madrid y alertan de su peligrosidad».
Pero ¿qué hay detrás de todo este ruido? ¿Existe realmente una tendencia en este sentido? Para poder aclarar algunas dudas (y abrir otras, probablemente) a este respecto, haré un breve resumen de los antecedentes de la especie Rattus rattus (rata negra, de árbol, de los puertos o de los tejados) tanto en nuestro país como en el mundo, así como de su interacción con la principal especie de rata comensal, Rattus norvegicus (rata común, noruega, de alcantarilla, gris o parda). Una vez expuesto este resumen, me centraré en el caso concreto de la Comunidad de Madrid en los últimos años, a partir del cual se pueden encontrar algunas claves sobre la realidad de esta especie de rata en los ambientes urbanos de la península ibérica.
R. rattus está bastante extendida por las regiones tropicales y templadas del planeta, hecho debido principalmente a su comensalismo. Su origen probable se establece en el sureste asiático, desde donde se expandió una vez finalizada la última glaciación (hace unos 12.000 años), a través de la India y Oriente Medio, hasta Europa (posiblemente hacia el siglo VIII de nuestra era), para colonizar posteriormente América y el Caribe gracias al ser humano. En Europa está presente en la mayor parte de los países, excepto en regiones muy frías. Es muy común en la cuenca mediterránea. Está presente en toda la península ibérica, aunque de modo disperso. Abunda más en el norte de la C. Valenciana, sur de Andalucía y suroeste de Castilla y León. Aunque siempre han existido en España poblaciones de este roedor, su presencia ha sido más patente en zonas de costa por su actividad asociada a los puertos.
La prevalencia de esta especie como la típica rata urbana quedó en entredicho con la irrupción de Rattus norvegicus a finales del siglo XVIII, de modo que en el siglo XIX quedó claramente relegada de esta categoría por una especie nueva de múrido más grande, agresiva y, a priori, con un comensalismo más acentuado. A partir de ese momento, por tanto, las poblaciones urbanitas de Rattus rattus fueron desterradas a las zonas rurales y campestres de las que procedían.
Actualmente esta situación se mantiene, pero es probable que la balanza, muy inclinada del lado de la rata de alcantarilla en zonas urbanas y periurbanas (en el medio rural y campestre, la historia es distinta), se haya movido hacia el lado de la rata de los tejados.
Para poder visualizar mejor esta tendencia, e incluso empezar a entenderla, nos fijaremos en el caso de la Comunidad de Madrid, región con un desarrollo urbanístico lo suficientemente grande como para poder ser considerada representativa.
En Madrid, al igual que en otras regiones del interior de España, la rata negra se creía prácticamente extinguida o, al menos, muy confinada a focos interiores de las zonas altas de casas y edificios. Los profesionales del sector del centro peninsular, hasta hace unos pocos años, prácticamente ni nos plateábamos la posibilidad de que un problema de ratas pudiera estar asociado a Rattus rattus. No obstante, desde el año 2021, el eco mediático de la proliferación de rata negra parece haber tumbado esta idea preconcebida. La duda que surgiría a continuación es la siguiente: si la primera cita oficial reciente de la presencia de esta especie en la comunidad autónoma de la capital de España data de octubre de 2018, ¿por qué transcurrió este lapso hasta que fuéramos conscientes del cambio de tendencia, cuando desde esa fecha no se han dejado de registrar formalmente focos en la región? La respuesta a ello reside en dos hechos que encajan con el éxito pretérito de R. rattus en nuestras ciudades: su marcado carácter comensal y su plasticidad ecológica.
En febrero de 2021 se detectó un foco de rata negra en una zona de vertidos incontrolados, asociada a un asentamiento de indigentes, junto a la estación de autobuses de Méndez Álvaro de la capital. Este suceso, además de su importancia respecto a la dinámica de la especie en la ciudad, tuvo bastante repercusión mediática. El hecho de que las ratas tuvieran sus nidos (madrigueras y ocupación de oquedades diversas) entre las basuras del lugar, nos hizo llegar a la conclusión de que R. rattus se había convertido en una especie oportunista, y no exclusivamente asociada a las zonas verdes (escenario asimilable a su vida en el campo). Destacamos este episodio porque, la mayor parte de los focos detectados en el periodo 2019-2020, estuvo asociada a parques y jardines urbanos, debido probablemente a lo llamativo que suponía para los ciudadanos ver ratas anidando en árboles y arbustos, mostrando unas impresionantes dotes escaladoras que en ningún caso son achacables a R. norvegicus.
Si a este hecho le sumamos el patrón de distribución de la especie en la región desde 2018 hasta la actualidad, bastante deslocalizado y en el que se intuye desde hace tiempo cierta homogeneidad espacial, podemos llegar a la conclusión de que la rata negra lleva bastante tiempo establecida de manera exitosa en el entramado urbanístico de la provincia de Madrid.
Pero, ¿de cuánto tiempo estamos hablando? Esta respuesta, actualmente, es difícil precisarla. Si atendemos a las pistas previas de las que disponíamos, tanto oficiales (ej.: perfiles genéticos de las muestras de roedores analizadas por el INIA, focos cronificados en Valladolid…) como no oficiales (testimonios de colegas del sector y particulares), me cuesta pensar que la rata negra lleve asentada con cierta comodidad en los ambientes urbanos del centro peninsular menos de 20 años. Es probable que el infra diagnóstico haya estado detrás de esta ausencia virtual de la especie.
En cuanto a las posibles causas que pueden haber motivado esta reentrada de la especie en nuestra ciudades (y en las de la Comunidad de Madrid, particularmente), hay dos que a mi juicio pueden haber actuado como principales catalizadores: el desarrollo cada vez mayor de zonas verdes urbanas (junto con la reducción de zonas altamente degradadas que favorecen más a la rata de alcantarilla) y el cambio climático global, el cual favorece a una especie de roedor con una fuerte tendencia a establecerse en zonas exteriores, al igual que, paralelamente, puede haber propiciado la exteriorización de las poblaciones de R. norvegicus.
En cualquier caso, el regreso de la rata negra a nuestras ciudades está suponiendo un reto para todo el sector que, pese a los inconvenientes que pueda llevar asociados, nos hace crecer profesionalmente a todo/as y, de este modo, incrementa si cabe el valor de nuestros servicios en la sociedad.
Blog facilitado por: Agustín Cordobés - Biólogo. Resp. Técnico Madrid - Lokímica